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sábado, 1 de agosto de 2009

Libertad: capítulo 2 1ºparte

Capítulo dos

Meredith llegó al restorán acordado a la hora acordada, y cómo pensó ninguna de las dos había llegado aún, así que se dirigió a una mesa para tres y se sentó. Pidió un refresco para beber mientras esperaba y se dedicó, en un intento por matar el tiempo, en mirar y absorber los detalles del interior. Era una costumbre bastante arraigada en ella. Desde pequeña se había distinguido por ser sumamente observadora y curiosa, características que habían sido fundamentales a la hora de dedicarse a la pintura y a la escultura. Su capacidad de interiorizar los detalles le habían ayudado para transmitir de forma impecable su sensibilidad en cada cuadro que pintaba, y le había ayudado a desarrollar y a pulir su habilidad innata para el dibujo.
Observó a cada cliente del local y detectó cada pequeño cambio que habían hecho tras su última visita, cosa que no era difícil de darse cuenta cuando eras un cliente habitual. La antigua barra había sido reemplazada, cambiando el simple diseño a uno mucho más trabajado y fino. Sonrió, le gustaba, le daba un aire mucho más acorde con las mesas y las sillas de estilo antiguo que, sin duda, iban con el nombre medieval del restorán. El escondido local Tierra Media lo habían encontrado de pura casualidad, vagando por las calles escondidas de Providencia. Sin querer se habían metido en un callejón de casas estilo londinenses que parecían ser una zona residencial, pero se habían llevado una grata sorpresa al darse cuenta de que era un barrio hotelero y discretamente comercial. El pequeño y acogedor restorán hubiese parecido una casa más sino no hubiese sido por el cartel y el pequeño duendecillo con una pinta de cerveza en la mano trabajado en madera que colgaba en la entrada del lugar, dando silenciosa y cómplicemente la bienvenida al viajero perdido, toda una fantasía.
El camarero llegó con su bebida y le sonrió familiarmente. Era obvio, una vez al mes se juntaban en ese lugar para almorzar, era una de sus tantas tradiciones, al igual que la junta de todos los jueves en algún pub o happy hour, definitivamente sus dos amigas eran sus pilares más importantes y daba gracias por ello.
La campanilla de la entrada sonó anunciando la entrada de un nuevo cliente. La rubia cabellera de Tessa y el achocolatado cabello de Nicky aparecieron en su campo de visión. Ambas venían riendo de tal forma que le contagiaron inmediatamente el buen humor.
—Hola —las saludó y ambas le correspondieron el saludo a medida de que se sentaban causando un estruendo, pero no se acobardaron.
—Nos encontramos en la esquina —le habló Tessa, poniéndola al día.
—Creo que se me pegó la impuntualidad de Tere —agregó Nicole que se veía más resplandeciente que nunca.
Teresa la miró fingiendo indignación, causando que ella y Nicky soltaran una carcajada.
—Te perdonaré ese agravio sólo si nos cuentas tu noticia ya —contestó Tessa aguantando su propia risa.
Mere desvió su mirada hacia Nicole y pudo ver el brillo de felicidad y dicha que invadió a sus oscuros ojos, se veía realmente resplandeciente. Toa la tristeza que le había visto en las últimas semanas había desaparecido mágicamente, lo que le causó gran curiosidad.
—¿Tendrá algo que ver con tu héroe, Nicky? —le preguntó y el rubor que cubrió su rostro fue la respuesta que necesitaba para saber que había acertado.
Nicole era una persona muy fácil de tratar, era sumamente transparente y sincera, así que no era necesario que expresara con palabras sus pensamientos, con una simple expresión en su rostro los dejaba transparentar, haciendo que las personas cercana a ella supieran lo que pasaba por su cabeza.
—La verdad, sí, tiene mucho que ver —contestó, tomando el menú y abriéndolo para examinarlo—. ¿Por qué no ordenamos y luego les cuento? —preguntó.
Ambas asintieron y tomaron sus respectivos menús; sin embargo, Mere se distrajo con el brillo en el dedo anular de la mano izquierda de su amiga, un hermoso anillo de diamante y oro blanco resplandecía con magnánima grandeza. Aquello le dijo mucho, ¿seria posible que su amiga estuviera pronta a casarse? Esa sería la única respuesta para tanta felicidad y misterio. Quiso preguntarle, pero tal vez arruinaría la sorpresa, era obvio que Nicky quería ser la que diera la noticia, así que se mordió la lengua y se concentró en los distintos nombres que adornaban el menú. Al final se decidió por la Ensalada César.
Ordenaron sus almuerzos y se entretuvieron conversando de un sinfín de trivialidades, hasta que el camarero llegó con sus pedidos. La primera en sacar el tema nuevamente fue Tessa.
—Y bien, ¿qué tiene que ver el cabezotas buenorro con tu cara de felicidad? Supongo que al fin está haciendo las cosas bien —le dijo, estaba claro que Tere aún no olvidaba la vez que Nicole había llegado a su casa completamente afectada, había llorado todo el fin de semana y apenas le habían visto el pelo, porque se la había pasado encerrada en su cuarto, evadiendo sus preguntas e ignorando sus suposiciones.
Nicole se rió claramente acordándose del mismo hecho que ella. Nunca les había contado qué era lo que había pasado y ellas habían dejado de insistir sabiendo que no conseguirían nada, además era un asunto de pareja que debían resolver en pareja.
—Está haciendo las cosas bastante bien —contestó Nicky con un brillo pícaro en los ojos.
Teresa fingió sonrojarse, llevándose la mano a la boca fingiendo vergüenza.
—Algo le han hecho a mi dulce Nicky. Ese pervertido te está profanando —contestó causando que volvieran a estallar en una estruendosa carcajada arrastrando a su mesa la mirada sorprendida de alguno de los clientes.
Nicole movió la cabeza negativamente, tratando de contener la risa. Se llevó un bocado de su comida y se tomó su tiempo para tragar, luego las miró y levantó su mano izquierda para mostrarle el fino anillo que adornaba su dedo anular.
—Nos vamos a casar para primavera. Así que pronto pasaré a ser la señora Ruston —les contó y ella no se sorprendió, porque ya se lo esperaba, pero Teresa fue bastante efusiva, dejó caer el tenedor causando un nuevo estruendo que volvió a atraer las miradas y se pellizcó la mano en un intento por saber si estaba soñando.
—No me lo puedo creer —exclamó, llevándose su vaso con bebida a la boca. Aquella reacción la entretuvo, Teresa era bastante directa y expresiva para sus cosas lo que hacía el contraste perfecto con el carácter tímido de Nicole y la personalidad reservada de ella.
Nicole sonrió y desvió la mirada hacia ella.
—No pareces sorprendida —le dijo, pero no reprochándoselo, sino constatando un hecho.
—Estoy sorprendida, pero no por la noticia. Me la esperaba en cuanto vi el anillo en tu mano. Me sorprende que te vayas a casar, claro está. Digo, ha sido rápido —le contestó sonriéndole a su vez. La verdad era que se alegraba bastante por su amiga. Rasmus le había parecido un hombre bastante bueno para Nicole, eran la pareja perfecta, de eso no había duda, ¿y qué mejor que se unieran en matrimonio? —Te felicito, Nicky, es la mejor noticia que nos has podido dar —la felicitó sinceramente.
—No es sólo eso, es una bomba —volvió a exclamar Tere—. Debo reconocer que por haberte hecho llorar tenía unas ganas locas de ponerle las manos encima, pero esto —dijo, tomando la mano izquierda de Nicole y apuntando el anillo— lo compensa todo. Mi Dios, si es un bombón. Tendrás que darme la receta para cazar a uno parecido —sentenció, volviendo a su comida.
Nicole se rió del comentario.
—Bueno tiene dos hermanos y con uno ya tuviste un gran encontronazo —le contestó y el rostro de Tessa cambió de expresión.
—Se me ha quitado el apetito. Eres cruel, Nicole. Ese sujeto es el ser más despreciable que he conocido, condenadamente atractivo y sexy, pero proporcionalmente desagradable —respondió categóricamente.
Ella no pudo evitar reírse. Tere era demasiado exagerada para algunas cosas.
—Los amores reñidos son los más queridos —agregó ella disfrutando la expresión de horror que invadió el rostro de su rubia amiga.
—Muérdete la lengua, blasfema —le contestó, haciendo la señal de la cruz como si ella fuese el mismo demonio, lo que causó otra tanda de risa por parte de ella y Nicky—. Claro, ríanse. No importa, cuando vuelva del sur con un bombón de ensueño, seré yo la que ría de último —soltó sorprendiéndola a ambas.
—¿Al sur? —oyó que le preguntaba Nicole.
—Sí, verán, lo que les decía cuando hablé con ustedes en la mañana —hizo una pausa para tomar otro bocado, cuando tragó, continuó—. Mamá me llamó desde París para contarme que papá quiere verme —les contó y su expresión se ensombreció un poco.
Teresa era hija de madre soltera. Su padre era un hombre casado que había tenido una aventura con su madre, dejándola embarazada y a pesar de que la había reconocido como hija, se había negado a dejar a su propia familia para hacer una vida con ellas dos, así que Cecilia y Teresa habían salido adelante juntas, creando un fuerte lazo entre madre e hija.
—¿Por qué quiere verte ahora? —le preguntó centrando toda su atención en Tere, que trató de parecer indiferente ante aquel hecho, pero a pesar de sus esfuerzos para Nicole y para ella era evidente que aquello le afectaba.
—Al parecer está enfermo y quiere verme para estar en paz. Ustedes saben, algo así como expiar sus pecados. Mi hermanastro se comunicó con mamá para preguntarle por mí. Así que en una semana más viajo a Puerto Varas a hablar con el viejo. Supongo que será un paso para mi propia tranquilidad —agregó—. Ya saben, no es sano guardar rencor, además sería darle más importancia de la que tiene —sentenció aparentemente tranquila, pero para ellas era obvio que no le era indiferente.
Nicole estiró su mano y tomo la de Tere, ella la imitó estrechando la otra mano con lo cual le dijeron si n palabras de que pasara lo que pasara la tenía a ellas. Tere les sonrió y volvió su atención a su vaso de bebida.
—No nos pongamos tristes hay que celebrar —exclamó alzando el refresco—. Por Nicole y Rasmus. Que sean muy felices.
Las tres brindaron entre risas y bastante emocionadas, cuando sintieron que la campanilla de la entrada volvía a sonar. Mere desvió la mirada y se concentró en los recién llegados y sintió que el aire la abandonaba. Unos ojos grises como la plata las observaba divertido. Les sonrió y se acercó a ellas. Nicole se giró y observó al hombre que acababa de llegar acompañado por una deslumbrante pelirroja.
—Hola, cuñis —la saludó el hermano menor de Rasmus Ruston y que ella había tenido la oportunidad de conocer en otra oportunidad.
Él desvió la mirada de Nicole y la clavó en ella deteniéndose para recorrerla por completo. Una sonrisa depredadora se formó en sus perfectos labios, desconcertándola. Mere tragó saliva tratando de mantenerse calmada, odiaba eso. La primera vez que lo había visto se había sentido exactamente igual, sumamente contrariada, incómoda y vulnerable ante la arrolladora presencia de él.
—Hola, Meredith. Tanto tiempo —la saludó con aquella seductora voz que evocaba y prometía lujuriosas fantasías.
—Hola… ¿cuál era tu nombre? —le preguntó fingiendo no acordarse en una forma de autoprotegerse.
La expresión de él cambió. Lo había sorprendido de sobremanera, su sonrisa desapareció, pero no desvió su mirada inmediatamente de ella. Con voz lenta y sedosa le contestó:
—Alexion, pequeña Mere. Qué lástima que no me recuerdes, porque ciertamente yo sí lo hago. —Le dedicó una devastadora sonrisa que la dejó nuevamente sin aire, para luego volverse a una estupefacta Tere que miraba a Nicole con cara de interrogación—. Tú debes ser la que bofeteó a mi hermano Rau. Bien hecho, a veces se lo merece —le dijo ganándose inmediatamente la simpatía de Tessa.
Las presentaciones corrieron por parte de Nicole que cruzó palabras con él con bastante familiaridad y cariño. Ella prefirió quedarse al margen y se dedicó a observar a la sensual acompañante. Era obvio que aquel tipo de mujer eran sus preferidas. La primera vez que lo había visto se había dado cuenta de que era un mujeriego sin escrúpulos, pero verlo en acción le molestaba más de lo que creía o quería aceptar. Además la pelirroja parecía ser de esas que no tenían mucho cerebro, se notaba en sus risitas tontas y en los seudónimos empalagosos que ocupaba para referirse a Alexion. ¿Qué era eso de “gordito”? Bufó atrayendo las miradas hacia ella, lo que él interpretó como una directa manifestación de molestia por su parte, porque rápidamente se despidió para tomar del brazo a su acompañante, pero antes de irse clavó su gris mirada en ella nuevamente y le sonrió.
—Espero que la próxima vez que nos veamos me recuerdes, Mere —le dijo y le guiñó un ojo en un gesto casual, pero que envió onleadas de calor y electricidad a su cuerpo. Estuvo a punto de jadear, pero logró controlarse. Sin embargo, no fue capaz de contestarle, él se giró y arrastró a la mujer hacia una mesa vacía, muy cerca a la de ellas, sentándose en la silla que quedaba justo en su dirección. Su perturbadora mirada siguió fija en ella capturándola por completo y haciéndola sentir incómoda. En un intento por volver a tomar el control de sus emociones se giró hacia sus amigas y se halló que la miraban con sorpresa e intriga.
—Suéltala —le ordenó Teresa con una mirada cómplice.
Ella puso cara de no entender, pero Nicole lo complicó todo.
—No me había fijado que saltaban esas chispas entre ustedes. Prácticamente te comió con la mirada y tú casi asesinaste a su acompañante. Dios, si tan sólo se han visto una vez —agregó y supo que el siguiente tema de conversación sería ella.

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